Las orejas prominentes o demasiado separadas de la cabeza, suele ser una malformación congénita que se resuelve fácilmente con una Otoplastia, que es la cirugía que vuelve a su posición normal las orejas de “soplillo”. La otoplastia también puede reducir el tamaño de la orejas o mejorar el lóbulo demasiado colgante. Los lóbulos girados o rotados hacia fuera es otra de las anomalías que se pueden corregir. Algunas personas carecen del pliegue del borde de la oreja o Hélix, pero se puede recrear mediante la cirugía.
La otoplastia se realiza sobre todo en niños que tienen las orejas demasiado separadas de la cabeza. A partir de los cuatro años, cuando las orejas están totalmente formadas, es cuando se recomienda realizar la operación, intentando no alargar la cirugía para evitar problemas psicológicos en el futuro. Pero no es una cirugía exclusiva de niños, cada vez más adultos apuestan por mejorar estéticamente sus orejas, ya sea porque en su niñez no pudieron resolver su malformación, o bien porque quieren reducir un tamaño excesivo o mejorar su forma.

La operación es sencilla. Se hace una incisión en la parte posterior de las orejas, junto al pliegue que toca la cabeza, por lo que no se ven cicatrices de ningún tipo. Luego se remodela el cartílago buscando que la oreja quede con la forma más natural posible. Se retira la piel sobrante y se realiza la sutura. La técnica puede variar dependiendo del problema concreto de cada paciente.
Se realiza normalmente bajo anestesia local, aunque en algunos casos de cirugías pediátricas se usa anestesia general. Es un procedimiento sencillo, con resultados permanentes y generalmente sin complicaciones postoperatorias.
Justo después de la operación, durante la primera semana, se debe llevar una banda elástica sobre las orejas y tener mucho cuidado de no golpearse la zona. La rutina, tanto en niños como en adultos, es normal a partir de los 3 meses.